Muerte soñada de un escritor
Publicado en 20Minutos (2014)
Estaba sentado frente a su ordenador. La luz de la pantalla le iluminaba a él y a toda la habitación, convirtiéndolo en un blanco perfecto. No sabía porqué debía eliminarlo, parecía un tipo cualquiera trabajando frente a su ordenador, pero un encargo era un encargo. Así que, sin más, abrió el maletín con el que había subido hasta aquella azotea, y empezó a montar las distintas piezas de su rifle de francotirador. Cada una de ellas pertenecía a un modelo y a una marca diferente, pero él las había adaptado para crear el arma de matar definitiva. Su rifle era tan perfecto como único. Como si tuviera todo el tiempo del mundo hincó la rodilla en el suelo, apoyó su arma en el borde de la barandilla y situó su ojo derecho tras el teleobjetivo de precisión. Respiró hondo y cerró el párpado izquierdo. Cuidadosamente movió su arma buscando a su objetivo, hasta que por fin lo encontró tecleando velozmente frente a su ordenador. Pobre infeliz, seguía haciendo lo mismo que hacía un instante sin saber que su último aliento se acercaba. Centró su objetivo, aguantó la respiración durante un segundo y apretó el gatillo. La bala surgió del cañón de su arma surcando el aire, sin producir otro sonido que un silbido sordo; cruzó los más de trescientos metros que le separaban de su objetivo; penetró a través de la ventana tras la cual estaba sentado aquel hombre, dejando un agujero perfectamente circular en el cristal; y con fuerza atravesó la cabeza de aquel escritor con un enorme estallido…
Abrió los ojos de par en par sintiendo como el corazón bailaba en su pecho. Se había quedado dormido mientras escribía. Todo había sido un sueño. Pero, antes de volver al trabajo, no pudo evitar mirar hacia el edificio de enfrente para cerciorarse de que en su azotea no había nadie.